martes, 25 de junio de 2013

SESIÓN: 6

PINTURA INDIGENISTA EN EL PERÚ

En el devenir de la vida es necesario conocer un poco de mundo, para conocernos mejor a nosotros mismos. El contacto con nuevos ambientes y nuevas realidades, nos permiten entender mejor nuestro ámbito vital. Así sucedió en la pintura, la belleza de esos mundos idealizados del arte académico y clásico, dio la posibilidad a nuestros artistas de conocer el significado real y concreto de nuestra tierra, de nuestros habitantes, de nuestra herencia artística. El excesivo interés y respeto por lo foráneo decae ante una nueva concepción del valor estético como exaltación primordial de lo propio. Algunos artistas que emigraron en afanosa búsqueda de conceptos originales, vuelven a la tierra saturados de nostalgia portando un mensaje de amor a lo suyo.

Surge así la Pintura Indigenista, ávida de emoción local, deseosa de gozar y transmitir la belleza temática, formal y cromática de nuestros pueblos y de nuestros tipos. Tuvo el indigenismo su momento, laboro y produjo su aporte de claro y evidente nacionalismo, pero mirado con el desdén que se dispensa a lo aldeano, tuvo que pasar también y ceder camino a la reacción surgida en la lógica rutina de cambio dentro de la inmensa rueda del tiempo. Efímera, pero fructífera fue la vida del indigenismo en la pintura. Quienes operaron en el nuevo estilo supieron impactar hondo en la sensibilidad de nuestro pueblo, y hoy los nombres de José Sabogal, Jorge Vinatea Reynoso, Enrique Camino Brent, Camilo Blas, Julia Codesido y otros se encumbran ante el aprecio y la aceptación incondicional hacia todo lo peruano. Las ojotas y el poncho de nuestros hermanos de la sierra ya calzan nuestros pies y flamean en nuestros ámbitos.

A principios del presente siglo, una serie de transformaciones político- sociales se empezaban a vivir en nuestro medio. Ello motivó en el ambiente intelectual, una inquietud por redescubrir, valorar y rescatar aquellos elementos que al ser propios, nos distinguían y diferenciaban como peruanos.


Así como la literatura había tenido su precursor en Manuel Gonzales Prada, la sociología en Mariátegui y Haya de la Torre en el campo político, correspondió a José Sabogal introducir los cambios en el arte nacional, hacia la segunda década de este siglo, encarnar ese interés por la búsqueda de la propia realidad e identidad y comprender la sensibilidad social del momento. Con él se dio inicio a lo que conocemos como el movimiento indigenista que se arraigó fuertemente entre los artistas de la época.

Sin llegar a ser un grupo que pretendiera reivindicaciones, los indigenistas se volcaron a plasmar en el arte, representaciones naturalistas y coloridas del paisaje nacional, del hombre andino y de su medio cotidiano. El mundo indígena aportó una fuente inagotable de inspiración y motivó el uso de técnicas diferentes; primó una textura más gruesa y el uso de colores intensos que permitían representar con gran realismo al hombre peruano y a su deslumbrante y variado entorno, con un tratamiento que escapaba a toda concepción académica.

La influencia de José Sabogal se dejó sentir desde sus primeros años como profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde reunió a un grupo de jóvenes artistas que compartieron con él su inquietud y preferencia por lo autóctono y en un acto de independencia cultural y de cuasi rebelión con el medio tradicional, hicieron de la problemática nacional la esencia de su arte. Los seguidores más destacados fueron Julia Codesido, Enrique Camino Brent, Cota Carvallo, Camilo Blas, Teresa Carvallo, Felipe Cossío del Pomar y Mario Urteaga entre otros.

A la muerte del maestro Hernández, José Sabogal asumió en 1932 la dirección de la Escuela. Si bien llo significó el reconocimiento oficial del movimiento, señaló también el inicio del decaimiento del estilo indigenista, como agente dinamizador del arte. Algunos pintores de indiscutido valor simpatizaron también con el mo- vimiento indigenista, pero optaron por una creación en libertad; es por ello que, a pesar de ser contemporáneos a los indigenistas, no son parte del entorno cercano a José Sabogal. Ellos expresaban su voluntad de tratar también los temas autóctonos y locales pero con mayor libertad y con técnicas y estilos diferentes, haciendo de nuestro variado paisaje, su principal fuente de inspiración.

En este grupo debe mencionarse a Jorge Vinatea Reinoso quien pese a su corta vida, dejó una abundante obra en la que plasma su sensibilidad y una especial habilidad en cuanto al uso del color. Sus cuadros son un bello testimonio de nuestra riquísima realidad, humana y geográfica. Mario Urteaga, de origen cajamarquino y artista autodidacta, logró captar con gran talento e intuición el espíritu del hombre andino, dejándonos en sus obras, bellos reflejos de la simplicidad y grandeza de la vida rural cotidiana. Ricardo Flórez se compenetró íntimamente con el paisaje serrano y desde 1944 hasta su muerte, relativamente reciente, radicó en el pueblo de Tomaiquichua en las serranías de Huánuco y, utilizando la delicada técnica del puntillismo, plasmó la extraordinaria luminosidad de los parajes andinos.

Entre los representantes de este grupo, cabe mencionar a Enrique Masías, Francisco González Gamarra, Wenceslao Hinostroza, Antonino Espinoza Saldaña, Manuel Domingo Pantigoso, Reynaldo Luza, Pedro Azabache, Jorge Segura y otros.

REPRESENTANTES DE LA PINTURA INDIGENISTA EN EL PERÚ

Entre los más representativos pintores de la corriente Indigenista en el arte peruano, tenemos:



JOSÉ SABOGAL DIÉGUEZ (1888-1956)

José Sabogal Diéguez, nació en Cajabamba, provincia del departamento de Cajamarca el 19 de Marzo de 1888. Murió en Miraflores (Lima) el 15 de Diciembre de 1956.

El bello paisaje de su tierra, forjó en su espíritu infantil la serena imagen de sus andes con sus cumbres y sus valles, con su torrente de luz y de colores, con sus habitantes exóticos, silentes y profundos.

Pequeño aún pero sensible, parece sucumbir en la solemnidad de sus montañas y huye más de una vez, pero regresa. Entre los azares de una vida juvenil, en 1908, a los veinte años de edad, viaja a Europa y se radica en Roma, donde hace provechosos estudios artísticos, para luego recorrer toda Italia. En 1911 viaja por las costas africanas de Argelia y Marruecos, también por España. Al año siguiente vuelve a América pero se queda en Buenos Aires para hacer estudios en la Escuela de Bellas Artes. De 1913 a 1918 se desempeña como profesor de dibujo en una escuela normal de Jujuy, ciudad montañosa cuyas cordilleras imponentes rememoran al artista la solemne belleza de los andes peruanos.

Viene al Perú, por la sierra, y se radica en el Cuzco, a fines de 1918. Con sus amplios conocimientos de arte, escudriña el espíritu de nuestra realidad nacional a través del prototipo de sus habitantes, el indio, y de sus escenarios andinos. Surge entonces en su creación una nueva forma de pintura de carácter nacionalista que daría en llamarse con desdén “indigenista”. No era el propósito del maestro Sabogal pintar indios, como muchos se obstinan en creer, sino hacer un tipo de arte peruanista, típico, original y propio que expresara el carácter y la idiosincrasia misma del Perú. Quiso dar a la patria un arte que fuera su alma e imagen singular y verdadera. Si bien es cierto que su estética está llena de defectos para muchos, no menos cierto es, que fue artista de carácter, valiente en su actitud, original en su realización, inquebrantable en sus convicciones, moderno en su ejecución. Señalar estas virtudes como distintivos genuinos de un carácter, es bastante. De ello nos da fe el significado de su estética, hasta hoy un hito singular en el arte del Perú.

El 1919 realiza en Lima su primera exposición de pintura indigenista, convulsionando a la sociedad limeña por la espectacularidad de su tema y de su técnica. En 1920 es llamado a la Escuela de Bellas Artes como profesor, cátedra que desempeña hasta 1932. No obstante practicar una modalidad pictórica, encontrada con el gran maestro director, Daniel Hernández, mantuvieron ambos con altura sus puntos de vista, de libertad artística. En Octubre de 1932, a la muerte de Daniel Hernández, asume la dirección del más alto centro de estudios estéticos del país, y desde aquella tribuna máxima propugna con pasión sincera el indigenismo, encontrando eco en un grupo de jóvenes artistas que se identificaron con su estilo, entre ellos: Julia Codesido, Camilo Blas, Enrique Camino Brent, Teresa Carvallo, Vinatea Reynoso y otros que siguieron sus temas e ideas pero con ciertas reservas como para no sentirse comprometidos. En 1943, Sabogal renuncia a la Dirección de la Escuela de Bellas Artes, siendo por muchos, altamente sentida tal determinación.

La personalidad artística de Sabogal fue reconocida dentro y fuera del país. México y Estados Unidos le brindaron su reconocimiento y su admiración.

La pintura del maestro Sabogal se caracteriza por su tema indigenista, de allí su nombre. Su forma de expresión se manifiesta a través de gruesos y vigorosos trazos muy expresivos. Sus figuras recias, casi estáticas, de espíritu andino se presentan agradables y originales. Su color es muy simplificado pero armonioso y acertado. Compone bien, dejándonos ver su sentido de síntesis y su compenetración espiritual en sus imágenes para lograr realizaciones de alto valor estético y humano.

Entre sus cuadros más famosos se encuentran “Vista de Amancaes”, “Tondo Colorado”, “Varayoc de Chincheros”, “La procesión del Señor de los Milagros”, “Victoria Regia”, “Hilanderas Huancas”, muchos retratos murales y xilografías. Entre los murales se citan el tríptico sobre estampas limeñas que pintó en un muro del Hotel Maury de Lima, y “Garcilaso de la Vega” pintado en el Hotel del Cuzco.

JULIA CODESIDO (1892-1979)

Nació en Lima en 1892. Murió en Lima en 1979. Pintora y grabadora, ingresó a la recién fundada Escuela de Bellas Artes en 1919 realizando sus estudios bajo la enseñanza del maestro don Daniel Hernández y luego con el entonces profesor de pintura José Sabogal del que se convirtió en ferviente admiradora y practicante de la doctrina de reencuentro con la temática nacional denominada "movimiento indigenista " aunque el grupo de seguidores del ideario estético sabogalino, repudian esa filiación, que consideran “limitante”.


La pintura de esta artista se caracteriza por su insólito vigor que sobrepasa al de sus compañeros masculinos y por su singularidad dentro de los márgenes sostenidos en cuanto a temática y técnica por los seguidores del indigenismo.

En Julia Codesido conviven la energía de expresión con delicadezas de cromatismo que si bien trasuntan las normas impuestas a sus seguidores por la directiva sabogalina, denotan también, cómo un espíritu independiente, robusto y capaz, puede sobrevolar el enclaustramiento de una limitación dogmática. Ella superó a fuerza de personalidad, esta circunstancia.

En su pintura podrían señalarse tres períodos de evolución. Primero aquellos años del 20 al 35 en que estuvo muy bajo la influencia de su admirado maestro: trazo duro, marginado de anchos, rasgos negros, facciones angulosas, ojos agrandados de pupila fija y honda, todo ello en glorificación a la tipología de la raza indígena o la mestiza. Hacia 1935 se nota la aparición influyente del muralismo mejicano: cabezas de gran tamaño, que recuerdan las que del mismo tipo pintó Siqueiros y composiciones con reminiscencias entremezcladas del mismo Siqueiros, y. . .del Greco, tal como se ven en el cuadro "La Oración en el Huerto" en la que un grupo de apóstoles durmientes, de concepción mejicanoide, aparece coronado por la alba figura orante de Cristo, similar de tema, título, composición y colorido al cuadro homónimo del cretense en el Museo de Bellas Artes de Budapest. Esto indica, cómo en ella, se da la amplitud de espíritu y su apertura a inspiraciones más allá de la frontera de lo nacional. Y es precisamente la única del grupo indigenista que se permeabilizó a las corrientes renovadoras de la plástica sin abandonar por ello su primitiva y leal filiación.

ENRIQUE CAMINO BRENT (1909-1960)

Nació en Breña, Lima el 22 de julio de 1909. Su familia pertenecía a la clase aristocrática limeña, cuyas raíces anglo-hispanas, también formaban antecedentes artísticos. Inicio sus estudios en el Colegio de la Recoleta y los culminó en Nuestra Señora de Guadalupe (1923-1926).

En 1922, demostrando su vocación por las artes, ingresa siendo aún un niño de 13 años, a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, que estuvo a punto de dejar ante la insistencia paterna, por lo cual el propio Daniel Hernández, solicitó su permanencia en la ENBA.

En 1930 ingresó a la Escuela de Ingenieros de Lima, a estudiar Arquitectura que fueron seguidos junto a los de Pintura; En la ENBA fue discípulo de Daniel Hernández y luego de José Sabogal. "(...) destacó por sus especiales condiciones naturales para la pintura, por lo que fue invitado por Sabogal para integrar su selecto grupo de alumnos, siendo el más joven de ellos"

Egresó con el primer puesto de su promoción, en 1932, año en que también muere Daniel Hernández y sube a la dirección José Sabogal, ratificado en 1933. Es él quien lo nombre profesor en 1937. Expuso por primera vez en Lima, en 1936 y lo hizo después en Estados Unidos, Argentina, México, Europa y Marruecos, en el norte de África.

"La Revista Social, Año VI, Nº 127, Lima 5 de junio de 1936, publica el comentario de Espinoza Saldaña, sobre la primera exposición de pinturas de Camino Brent, inaugurada el 28 de mayo del mismo año en la Sociedad Filarmónica, y dice: "Egresó hace pocos años de la escuela Nacional de Bellas Artes. No cabe duda que tiene un temperamento del que puede esperarse aún mucho más... no obstante reconocemos en los lienzos de la muestra, que tiene cualidades personales que no se improvisan no adquieren con el trabajo (...)"

Sus viajes al interior del país más que un recorrido de propaganda, fue búsqueda del paisaje como tema nacional, y también son resaltantes sus estudios en Santiago de Pupuja sobre la técnica de cerámica local:"un informe escrito e ilustrado con acuarela sobre el famoso toro y su plasmación en la artesanía popular"

Enseñó en el Politécnico José Pardo cerámica y diseñó su capilla, que aún conserva el modelo original. Su recorrido por Puno, Buenos Aires recogen sus series sobre el Collao y el Cusco.

En 1940 retorna a Lima, y asume una posición partidaria con Sabogal quien es retirado de la dirección de la ENBA en 1943, por un incidente con el Ministerio de Instrucción. Posteriormente a Estados Unidos, México y Quito, donde tuvo un encuentro con Guayasamín. Estos viajes lo influyeron a realizar algunos murales como el que se conserva en el Ex Ministerio Público de Educación. Fue director de la Escuela de Bellas Artes de Huamanga, y donde antes también desempeño labores docentes. Muere en Lima de una hemorragia cerebral en 1960.

La persistencia del retrato, como medio de status burgués también se observa en la obra de Camino Brent, sus primeros esbozos son retratos, que cruzan perfectas combinaciones de una fuerte resonancia pictórica. Una obra prima es el "Cristo de Tayankani" de 1951: “Revela su fascinación por las formas de la religiosidad Popular del mundo rural. Las campesinas orantes que aparecen en primer plano parecen desaparecer bajo la presencia imperiosa del Cristo".

A pesar de pertenecer al grupo de los Indigenistas, Camino Brent supo dar a su obra una línea personal, enmarcada por el paisaje arquitectónico, sin necesidad de ser realistas o identificar sus pinturas con la campiña rural y también por la representación de la imagen del indio delimitada solo por el uso de una fuerte paleta y en su obra madura por los colores terrosos.

En sus creaciones artísticas, así como en su labor docente, se incorporó al llamado "grupo indigenista". Al separarse de la escuela en gesto de solidaridad con José Sabogal, llevó sus inquietudes hacia la captación de los paisajes y los tipos humanos de las diversas regiones del país, y aplicó a su tratamiento un personal lirismo caracterizado por su hondura y la sugerente fluidez de sus ritmos.

A la postre, aceptó la dirección de la Escuela de Bellas Artes y Artesanía de la Universidad de Ayacucho (1957) y la ejerció hasta su muerte. " Fue pródigo en lucimiento, pues su color es rutilante, alegre, siempre decorativo, acompañando con su sinfonía cromática llamativa al escenario de sus composiciones, llenas de movimiento y contrastes... Tuvo una peculiar visión del mundo vernacular y para ello no se contentó con la transcripción realista y directa, sino se sumergió en fantasmagorías imaginadas por su voluntad de singularización. Su predilección fue por los rincones poblanos, los patios esquinados, las callejas soñolientas, las plazuelas de embrujo y los recintos de conseja... Lo que despierta su entusiasmo es lo elegíaco, la melancólica decadencia de los seres y las cosas" (T. Núñez Ureta). Obras suyas se conservan en colecciones públicas y privadas de América y Europa. Entre ellas se encuentra "El Recuerdo (La Capa)" (1930), óleo sobre tela de 110 × 106 cm., hoy perteneciente al coleccionista José Luis Montoya, celebrada por su belleza expresiva y que sirve de portada de la obra "Temas Taurinos" del historiador Aurelio Miró Quesada Sosa. Murió el 15 de julio de 1960.

CAMILO BLAS (1910-1985)

Camilo Blas nació en Cajamarca en 1910. Estudió en el Colegio Nacional San Ramón de Cajamarca. Desde niño mostró su espíritu artístico mediante dibujos y bocetos. Gracias al apoyo de su tío, el artista cajamarquino Mario Urteaga, dio sus primeros pasos en la pintura.

Ingresa a la Universidad Nacional de Trujillo para estudiar Derecho, carrera que culmina. Hizo sus estudios de arte en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima bajo la dirección de Daniel Hernández y luego con José Sabogal. Tuvo como compañeros a Ricardo Flórez, Camino Brent y Julia Codesido. Desde 1933, fue profesor de artes plásticas durante muchos años y luego Director de la Escuela de Bellas Artes y Artesanía de Ayacucho.

De estilo refinado, dentro de la corriente indigenista, supo aplicar el arte "naif" (infantil o ingenuo) a sus dibujos, agregando un toque de sutileza y colorido propios.Por la gran cantidad de dibujos costumbristas peruanos que presentan sus obras, tanto de Cajamarca como de todo el Perú–, también se le considera como el "Pancho Fierro Serrano".

TERESA CARVALLO (1895-1989)

Seguidora de la escuela indigenista de Sabogal, su obra La naranjera, hace gala de su maestría compositiva, al haber logrado perfecto equilibrio en los tres planos en los que sitúa el personaje.

FELIPE COSIO DEL POMAR (1889-1981)

Nacido en Morropon un 31 de Marzo de 1889 en la calle Comercio. Caminando a la esquina esta el Jr. López y la casa donde también paso su infancia Enrique López Albujar. Las casonas son de material rustico y techo de tejas. La casa de don Felipe, tiene 20 metros de largo X 12 metros de fondo; 4 puertas con los números 236- 238 y 240 y hoy pertenece a Sr. Alberto Cheves. Su padre don Domingo Cossío era dueño de la hacienda "El Ala"... no se nos dio el nombre de su madre... es decir los vecinos de Morropón, lo desconocen.

Cuando el futuro artista contaba con 15 años de edad, su padre lo llevó a Lima y prosiguió estudios en el Colegio en Nuestra Señora de Guadalupe.Don Rómulo León Zaldivar nos contó que entre 1906-07 cuando estallo la guerra ruso- japonesa, en las cajas de fósforos salían las naves y don Felipe dibujo una de la perfección... así nacía el arte de Cossío del pomar... Don Rómulo fue condiscípulo de don Felipe quien le obsequio el dibujo. En 1922 se doctoro en letras en la universidad del Cuzco. Fue becado por el gobierno de Europa. En 1932 retorna al Perú. En 1956 viaja a México y funda ACADEMIA.

En 1942 es llamado a la Universidad Mayor de San Marcos y ocupa cátedra y sub.-decanato hasta 1946. Nuestro artista pintor, es consagrado escritor y autor de 13 obras literarias, entre las cuales tenemos: "Arte del Perú pre- Colombino" 1949; "Cuzco Imperial" 1952; arte del Perú Colonial" 1958. Felipe Cossio del Pomar murió en 1981 en la ciudad de lima y fue sepultado en la ciudad de Piura.

JORGE VINATEA REYNOSO (1900-1931)

Jorge Segundo Vinatea Reynoso nació en Arequipa el 22 de abril de 1900, en el seno de una familia pobre, siendo el octavo hijo. Su talento para el dibujo lo puso de manifiesto desde muy niño, después experimenta con la acuarela realizando retratos y paisajes de su tierra.

Llega a Lima en 1918, y en 1919 ingresa a la Escuela Nacional de Bellas Artes, teniendo como maestro a Daniel Hernández, pintor de riguroso academicismo que había residido durante cuarenta años en Europa, lo que influenció en Vinatea logrando una depurada técnica artística.

El amor que sentía por la tierra que lo vio nacer le impregno un sabor telúrico y vital a sus pinturas. Desarrolló una nueva personalidad en la pintura costumbrista, ocupando un lugar privilegiado dentro de la plástica de América.

Poseedor de una gran sensibilidad humana y creadora, esto lo llevo a la constante búsqueda de nuevas formas de expresión, donde la fantasía impera en la armoniosa composición de la luz y los colores de sus temas campestres y casonas coloniales. Sus temas nos muestran al terruño danzando de alegría y sensualidad, en ritmos armoniosos y a veces respetuosos contrastes aplicados con exquisito dominio cromático.

Sus recorridos por el sur peruano, entre Puno, Cuzco y Arequipa le dan temática para desarrollar un "indigenismo" particular, apartándose de la corriente oficial que imperaba en ese entonces. Trabaja intensamente, lo que lo lleva a descuidar su salud contrayendo la tuberculosis. Muere el 15 de julio de 1931 en Yanahuara, Arequipa.

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