La declaración de la
Independencia en 1821 y la victoria de los ejércitos libertadores en Junín y
Ayacucho, sellaron el fin de un régimen político de más de tres siglos. Pero el
sistema colonial, que había definido las formas culturales de toda una
sociedad, de sus costumbres y de sus instituciones, no se deshizo abruptamente
con la Independencia. Los cambios tampoco se dieron por igual en todos los
campos, ni se efectuaron al mismo ritmo.
La inestabilidad institucional
del temprano Estado republicano impidió que se iniciaran proyectos de largo
aliento. Las grandes comisiones cesaron abruptamente. Así, los géneros que
dependían del poder político y eclesiástico, como la arquitectura, la escultura
monumental y la pintura, prácticamente no se renuevan hasta mediados de siglo.
Es tan solo en la segunda mitad del siglo XIX que, con los recursos generados
por el guano, se emprenden nuevos proyectos. Además, la pintura en los centros,
y particularmente en Lima, se renueva bajo la influencia del arte contemporáneo
de Francia y de Italia, en busca de una modernidad que pudiera señalar su
independencia cultural frente al reciente pasado español. En cambio la pintura
creada en la periferia, así como aquella producida para el consumo popular,
mantiene elementos de continuidad con sus precedentes coloniales. Así, en los
campos donde el Estado y la Iglesia no tenían una participación directa, las
formas coloniales se prolongaron por largo tiempo.
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La secularización fue una de las consecuencias más evidentes de la ruptura
colonial. Pero existe también un abrupto cambio de giro en la geografía del
país. La preeminencia de Lima marca, a partir de la Independencia, el sino un centralismo
que llega a producir una diferencia notable de desarrollo económico y cultural
con respecto al resto del territorio peruano. Una gran parte de este comercio
florece con la apertura de los puertos, que fortalece a ciudades como Arequipa,
Lima y Tacna. En este proceso, antiguos centros del sur andino como Cuzco y
Huamanga pierden su lugar de predominio regional, al quedar marginados de las
antiguas rutas comerciales con las regiones mineras del Alto Perú. La
penetración de la región amazónica, iniciadas con el periodo anterior desde las
ciudades andinas, sufre entonces también un repliegue significativo. Por ello,
la rápida transformación de los gustos artísticos que trajo consigo la apertura
y la importancia masiva de productos europeos, afecto principalmente a las
ciudades costeras.
Esta escisión republicana conduce
a desarrollos desiguales, que aseguran las subsistencia e incluso la
profundización de grandes diferencias culturales. Se agranda así el abismo
entre las artes “cultas”, ligadas a los escenarios internacionales, y las artes
“populares”, asociadas a las tradiciones locales de origen colonial. Incluso se
puede afirmar que la noción misma del “arte popular” se crea como concepto
diferenciado precisamente en este periodo.
Fuera de la capital, el
florecimiento de las artes decorativas a lo largo del siglo XIX señala el paso
de una producción dirigida por las autoridades. Los historiadores han identificado
incluso un proceso de “indianización” republicana, guiado por la recuperación
demográfica de las comunidades indígenas, que adquieren mayor autonomía y
estabilidad en este periodo. Las tradiciones derivadas de la época colonial,
como la pintura devocional, la talle de piedra de Huamanga los mates burilados,
la platería, tejidos, queros y otros objetos de uso cotidiano, van construyendo
un estilo diferenciado, caracterizado por una vitalidad expresiva. A diferencia
de otros géneros, aquí no se dan grandes saltos y ruptura, sino que los nuevos
estilos se introducen de manera progresiva, a un ritmo propio, transformándose
sutil y gradualmente. Así por ejemplo, elementos neoclásicos se incorporan a la
pintura mural, y a las artes decorativas sin trastocar la coherencia de las
formas tradicionales.
Los procesos sociales y
económicos que se iniciaron con la emancipación política de España contribuyen,
sin embargo, a consolidar nuevos ordenamientos sociales, que transforman
gradualmente las formas de creación artística. Sobre todo se impone un nuevo
mapa cultural, que fortalece la diversidad y establece las grandes diferencias
regionales que aún hoy define el panorama del arte en el Perú.
PINTURA REPUBLICANA EN EL PERÚ
La Pintura de la República vista a través de su
evolución, tiene la virtud de mostrarse sencilla, clara y concreta en la
presencia de cuatro grandes periodos, que podrían llamarse estilos por las
características definidas de cada uno. Así tenemos en respectivo orden, la
imagen primogénita de una Pintura Costumbrista, a la que continua la Pintura
Académica, sigue posteriormente la Pintura Indigenista y concluye el proceso
evolutivo, la Pintura Contemporánea o modernista. Como se puede apreciar, el
desarrollo histórico y estético de nuestra plástica se simplifica notablemente
ante la existencia de cuatro corrientes y movimientos debidamente
personificados, sin que esto signifique sin modo alguno, una canalización
absoluta, puesto que la diversidad de atributos espirituales de sus ejecutantes
determinan en cada periodo una gran riqueza y variedad de matices estéticos
dentro de las realizaciones plásticas.
REPRESENTANTES DE LA PINTURA
REPUBLICANA EN EL PERÚ
El
primer representante fue el pintor Piurano: Ignacio Merino, realizó estudios en
Francia y al llegar al Perú funda la Academia de Pintura y Dibujo, en 1841, en
esta academia formó sus dos mejores discípulos: Francisco Laso y Luis Montero. Entre
sus principales obras tenemos: Fray Martin de Porres, Balboa tomando posesión
del mar.
CORRIENTES DE PINTURA
REPUBLICANA EN EL PERÚ
En
esta época republicana el movimiento artístico peruano se divide en tres
corrientes pictóricas:
·
Corriente pictórica costumbrista
·
Corriente pictórica académica
·
Corriente pictórica indigenista.
CORRIENTE PICTÓRICA
COSTUMBRISMO
Producido
el cambio político y social en el país, es decir superado el tiempo de la
opresión y las limitaciones que significo el coloniaje, el hombre y la cultura
se sintieron libres, con nuevas aspiraciones e ideales. Procedieron entonces
los artistas a expresarse con interés sobre los motivos y costumbres que les
eran propios, querían demostrar la alegría de ser libres a través de la versión
emotiva de sus sentimientos, de la exaltación tierna, sincera y cariñosa de la
vida y de la realidad de la época. Surge así entonces una pintura expontanea y
alegre de tema costumbrista, el costumbrismo en la pintura presenta los
caracteres más originales y significativos de la vida de un pueblo, de una
región o de un país.
Los
representantes más prolíficos fueron José Gil de Castro [él que marca la
transición entre lo colonial y lo republicano, eximio retratista] y Pancho
Fierro a cuya obra dignísima podemos agregar también la producción de algunos
discípulos o seguidores como Vidal y Lazarte, y de otros artistas extranjeros
simpatizantes como Juan Mauricio Rugendas, Francisco Leoncio Angrand, Bonnaffe,
Max Radiguet, E, Forest, Gilbert Farquhar y algunos más, que a su paso por
nuestro país quedaron hondamente impresionados por la singularidad de nuestras
costumbres como también por la ingenuidad de nuestros pintores autodidactas.
A
partir de 1821 y pasada la euforia y el entusiasmo revolucionario, se
desencadenó un intenso proceso de definición nacional que, bajo la forma política
del sistema republicano, involucraba a todos los aspectos de la vida en el
nuevo país.
Es en esta etapa de
transición en que encontramos al mulato Pancho Fierro quien nació
aproximadamente hacia 1807. Pintor autodidacta, su arte es fruto del talento personal
y de un agudo conocimiento de la naturaleza humana. El público que adquiría sus
obras no pertenecía tanto al mundo de los salones y de la alta sociedad de
entonces, como a la gente de la calle que se sentía íntimamente identificada
con sus producciones.
Pancho Fierro
fue básicamente acuarelista y se le reconoce como el más importante de nuestros
artistas costumbristas del siglo XIX. Casi la totalidad de sus acuarelas fueron
hechas sobre cartulina corriente y en formato pequeño. Su obra pone de
manifiesto una clara preferencia por trabajar pocos personajes en cada
cartulina. Ello se explicaría por sus propias limitaciones en el manejo del
dibujo, evitando gracias a la sencillez, problemas como el de la perspectiva lo
que adicionalmente le permitía concentrar su ingenio en lo esencial y
característico de cada personaje.
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En
cuanto a los temas que Pancho Fierro trabajó, destacan aquellos que
caracterizaban a la Lima de aquella época, que era una ciudad en donde se
respiraba una mezcla de religiosidad y criollismo y en la que la vida
transcurría plácidamente. Pancho Fierro tuvo personajes y temas favoritos como
aquellos cuyo paso puntual por las calles, daba cierto ritmo a una ciudad que
parecía resistirse a abandonar la molicie heredada del régimen colonial.
En
sus acuarelas encontramos personajes como la lechera, el aguatero, la tamalera,
la vendedora de pescado, la misturera y el vendedor de velas que, entre otros,
llenaban con sus pregones las horas de la mañana a la noche. Junto a ellos, los
clérigos, beatos y monjas fueron también motivo de inspiración, como lo fueron
los funcionarios públicos y los que ejercían oficios libres.
No
podía faltar la tapada limeña que con su saya y manto, llena de hermosura y
picardía, quedó magistralmente perennizada en las acuarelas. Trabajando con
colores alegres y limpios, Pancho Fierro logró trasmitirnos una imagen
fidedigna de la Lima de principios del XIX, en la que a él le tocó vivir.
REPRESENTANTES DE LA
PINTURA COSTUMBRISTA
·
Francisco Fierro.
·
José Gil de Castro.
·
E. Vidal
·
Juan Mauricio Rugendas
·
Francisco Leoncio Angrand
·
A. A. Bonnaffe
·
Max Radiguet y
·
Otros.
CORRIENTE PICTÓRICA
ACADEMICA
Establecido
es sistema republicano en el Perú, la cultura y el arte estimulados por un
absoluto sentido de libertad se orientaron hacia nuevos confines, donde
lograron nuevas experiencias, nuevos conocimientos y sobre todo, la forma de
vincular nuestra cultura artística al desarrollo estético universal. Viajan
entonces nuestros jóvenes artistas al viejo mundo donde el arte había logrado
su más alta expresión; unos por cuenta propia: otros enviados por el gobierno
en razón a sus méritos y virtudes artísticas, pero todos van entusiastas y
ansiosos de aprender y traer a nuestra patria lo mejor del arte europeo. Europa
fue desde los inicios de la República, y sigue siendo, la meta de nuestros
artistas.
Conforman
el grupo de pintores académicos: Ignacio Merino, Francisco Lazo, Luis
Montero, Daniel Hernández, Teófilo Castillo, Carlos Baca Flor entre los más
destacados, pero también realizaron obras de considerable valor Federico
Torrico, Francisco Masías, Juan Lepiani, Luis Astete, Abelardo Alvarez
Calderón, Federico del Campo, Carlos Jiménez y Alberto Lynch. Estéticamente,
encontramos en el arte de nuestros pintores académicos, secuencias neoclásicas,
románticas, realistas e impresionistas que aportaron un amplio conocimiento al
arte nacional.
La influencia del arte europeo, se dejó sentir en nuestro medio, en el que
rápidamente el gusto capitalino se definió por la tendencia neoclásica que
estaba inspirada en técnicas y temas del pasado. La sociedad peruana de
mediados del XIX carecía de identificación nacional y salvo las expresiones
costumbristas de Pancho Fierro, pasaría todavía casi un siglo antes de que el
tema local y nacional fuera motivo de inspiración de nuestros artistas.
Es por ello que entendemos al Academismo, como aquel período en el cual
nuestros pintores se educaron y formaron artísticamente en las canteras
europeas y se nutrieron de todo aquello que, enmarcado en las academias
parisinas, les regulaba la composición, les establecía patrones rígidos al uso
del color, buscaba la perfección en el dibujo y favorecía los temas históricos,
literarios o paisajistas. Toda la producción se hacía al interior mismo de las
academias, sin que los artistas tuvieran mayor contacto con la naturaleza y la
realidad de su entorno.
Una formación así de rígida, obedecía a las tendencias puristas de la
época, que encontraban eco y aceptación en los círculos artísticos europeos y
americanos. Artistas peruanos como Ignacio Merino, Francisco Laso y Luis
Montero entre otros, buscaron desarrollar su arte en Europa y entrar en
contacto con el arte oficial de entonces, que se aprendía en las academias, las
mismas que desde la segunda mitad del siglo XVIII, hacían furor en el viejo
continente.Maestros del nivel de Delaroche, Delacroix y Fortuny ejercieron una
gran influencia en nuestros artistas, quienes en su mayoría permanecieron la
mayor parte de su vida en Europa, a pesar de las penurias y estrecheces
económicas por las que pasaban. Algunos
de ellos realizaron visitas a Roma, Venecia y Florencia, donde entraron en
contacto con las principales obras nacidas luego del renacimiento italiano.
Aquellos que regresaron al Perú se encontraron con un medio bastante
cerrado que prefería encargar las obras de arte a Europa, antes que adquirirlas
de los artistas locales. Una de las actividades más importantes que ellos
realizaron en Lima, a su retorno de Europa, fue la enseñanza del dibujo y la
pintura. Tal fue el caso de Merino que
trasmitía con rigurosa disciplina, las pautas de las academias parisinas. Un
caso singular es el de Laso quien a pesar de su formación academista y el
ambiente en el que se desenvolvió, introdujo temas peruanos en sus
composiciones. Sobresalen obras como “El indio alfarero” y su serie de
“Pascanas” en las que se distingue una imagen romántica de la realidad andina.
REPRESENTANTES
DE LA PINTURA ACADÉMICA
· Daniel
Hernández
· Carlos Baca
Flor
· Ignacio
Merino
· Francisco
Laso.
· Luis Montero
· Teófilo
Castillo
· Federico
Torrico
· Francisco
Masías
· Juan Lepiani
y
· Otros.
CORRIENTE PICTÓRICA INDIGENISMO
En el devenir de la vida es necesario conocer un
poco de mundo, para conocernos mejor a nosotros mismos. El contacto con nuevos
ambientes y nuevas realidades, nos permiten entender mejor nuestro ámbito
vital. Así sucedió en la pintura, la belleza de esos mundos idealizados del
arte académico y clásico, dio la posibilidad a nuestros artistas de conocer el
significado real y concreto de nuestra tierra, de nuestros habitantes, de
nuestra herencia artística. El excesivo interés y respeto por lo foráneo decae ante
una nueva concepción del valor estético como exaltación primordial de lo
propio. Algunos artistas que emigraron en afanosa búsqueda de conceptos
originales, vuelven a la tierra saturados de nostalgia portando un mensaje de
amor a lo suyo. Surge así la Pintura Indigenista, ávida de emoción local,
deseosa de gozar y transmitir la belleza temática, formal y cromática de
nuestros pueblos y de nuestros tipos. Tuvo el indigenismo su momento, laboro y
produjo su aporte de claro y evidente nacionalismo, pero mirado con el desdén
que se dispensa a lo aldeano, tuvo que pasar también y ceder camino a la
reacción surgida en la lógica rutina de cambio dentro de la inmensa rueda del
tiempo. Efímera, pero fructífera fue la vida del indigenismo en la pintura.
Quienes operaron en el nuevo estilo supieron impactar hondo en la sensibilidad
de nuestro pueblo, y hoy los nombres de José Sabogal, Jorge Vinatea Reynoso,
Enrique Camino Brent, Camilo Blas, Julia Codesido y otros se encumbran ante el
aprecio y la aceptación incondicional hacia todo lo peruano. Las ojotas y el
poncho de nuestros hermanos de la sierra ya calzan nuestros pies y flamean en
nuestros ámbitos.
Sin llegar a ser un
grupo que pretendiera reivindicaciones, los indigenistas se volcaron a plasmar
en el
arte, representaciones naturalistas y coloridas del paisaje nacional, del hombre andino
y de su medio cotidiano. El mundo indígena aportó una fuente inagotable de inspiración y motivó el
uso de técnicas diferentes; primó
una textura más gruesa y el uso de
colores intensos que permitían representar con gran realismo
al hombre peruano y a su deslumbrante y variado entorno,
con un tratamiento que
escapaba a toda concepción académica.
La influencia de José Sabogal se dejó sentir desde sus
primeros años como profesor en la Escuela
Nacional de Bellas Artes, donde reunió a un grupo de jóvenes artistas que
compartieron con él su inquietud y preferencia por lo autóctono y en un acto de
independencia cultural y de cuasi rebelión
con el medio tradicional, hicieron
de la problemática nacional la esencia de su arte. Los seguidores más
destacados fueron Julia Codesido, Enrique
Camino Brent, Cota Carvallo, Camilo
Blas, Teresa Carvallo, Felipe Cossío del Pomar y Mario Urteaga entre
otros.
A la muerte del maestro Hernández, José Sabogal asumió
en 1932 la dirección de la Escuela. Si bien ello significó el reconocimiento
oficial del movimiento, señaló también el inicio del decaimiento del estilo
indigenista, como agente dinamizador del arte. Algunos pintores de indiscutido
valor simpatizaron también con el mo- vimiento indigenista, pero optaron por
una creación en libertad; es por ello que, a pesar de ser contemporáneos a los
indigenistas, no son parte del entorno cercano a José Sabogal. Ellos expresaban
su voluntad de tratar también los temas autóctonos y locales pero con mayor
libertad y con técnicas y estilos diferentes, haciendo de nuestro variado
paisaje, su principal fuente de inspiración.
En este grupo debe mencionarse a Jorge Vinatea Reinoso
quien pese a su corta vida, dejó una abundante obra en la que plasma su
sensibilidad y una especial habilidad en cuanto al uso del color. Sus cuadros
son un bello testimonio de nuestra riquísima realidad, humana y geográfica.
Mario Urteaga, de origen cajamarquino y artista autodidacta, logró captar con
gran talento e intuición el espíritu del hombre andino, dejándonos en sus
obras, bellos reflejos de la simplicidad y grandeza de la vida rural cotidiana.
Ricardo Flórez se compenetró íntimamente con el paisaje serrano y desde 1944
hasta su muerte, relativamente reciente, radicó en el pueblo de Tomaiquichua en
las serranías de Huánuco y, utilizando la delicada técnica del puntillismo,
plasmó la extraordinaria luminosidad de los parajes andinos.
Entre los
representantes de este grupo, cabe mencionar a Enrique Masías, Francisco
González Gamarra, Wenceslao Hinostroza, Antonino Espinoza Saldaña, Manuel
Domingo Pantigoso, Reynaldo Luza, Pedro Azabache, Jorge Segura y otros.
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http://es.scribd.com/doc/150394612/Sesion-3-Pintura-republicana-ene-le-Peru
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http://bellas-artes-tex.blogspot.com/2008/06/diccionario-de-la-pintura.html
http://www.artecreha.com/Diccionario_de_arte.html
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